“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque trillaron a Galaad con trillos de hierro. Prenderé fuego en la casa de Hazael, y consumirá los palacios de Ben-adad”. (Amós 1:3-4)
La orden fue dada desde Damasco, la
capital de Siria, para invadir Galaad, un sector de Israel. El rey extranjero
Hazael tomó la región y fue extremadamente cruel con sus habitantes.
Aunque siempre nos cuesta comprender,
era el “instrumento de Dios” para traer juicio sobre su pueblo, entregado a la
idolatría y al secularismo autosuficiente.
El profeta Amós tenía la ingrata
misión de explicar al pueblo por qué la vida era tan dura y por qué Dios los
dejaría a expensas del invasor. Lastimosamente, no se arrepintieron.
Siria entró con trillos de hierro,
asesinó despiadadamente y quemó la región. La sojuzgó y explotó a su población
y recursos naturales.
Si bien es cierto, hubo reinados en
el Antiguo Testamento que fueron instrumentos del juicio de Dios, también es
verdad que ellos mismos fueron juzgados por el Creador a causa de su maldad
extrema.
Con el tiempo, la invencible Siria también
fue invadida y transportada a lugares de confinamiento, siguiendo el ciclo de
la maldad y la respuesta de Dios.
Hay reinados, países, agrupaciones y
aun personas que, no obstante su maldad, pueden llegar a ser extrañamente
instrumentos del juicio y disciplina de Dios por un tiempo. Irremediablemente, ellos
tampoco escaparán del brazo fuerte y contundente del Señor a su debido momento.
ORACIÓN: Padre, ayúdanos a comprender
los tiempos y aceptar aun con tristeza cuando viene tu juicio y disciplina a
causa de la maldad de la nación, del pueblo, de la familia y aun de nosotros
mismos. Que tu misericordia nos ampare. Amén.
PENSAMIENTO: Hay instrumentos de Dios
para bendición y disciplina. Ambos vienen de parte del Señor y pueden ser
detectados a través del discernimiento espiritual y la autocrítica sincera.
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