Durante los distintos siglos de la historia, el cristianismo ha tenido ciertos distintivos, siendo los más más comunes entre ellos el símbolo del pez, y mayormente, la cruz. Este último es de carácter casi universal, pues es muy común encontrar personas que, aunque no se adhieran públicamente al cristianismo, portan una cruz en cadenas, anillos o hasta tatuajes. Este hecho nos dice algo: el simbolismo de la cruz ha cambiado, o incluso, la cruz ha sido vaciada de su verdadero significado.
Esto cobra mayor relevancia (y mayor tristeza), cuando ni aun los que denominan seguidores de Cristo comprenden plena y profundamente, el significado del símbolo que llevan: por un lado, los papistas lo toman como un símbolo de sacrificio y de abnegación, pues incluso toman las palabras del Señor en Mateo 16:24 de forma literal y lo traducen en llevar ornamentos con forma de cruz sobre sus pechos o corazones. Por otro lado, los que se identifican como protestantes se van por dos direcciones, la usan simplemente como un logotipo o simplemente evitan hablar de la cruz bajo la excusa de que “predicamos a un Cristo resucitado”.
Lo cierto es que la cruz tiene un significado muy profundo, y sí, es un símbolo de muerte, y no, no debe ser alto que atemorice al creyente. Hebreos 10:10 dice: “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (RVR 60)
Entender el significado de la cruz es básicamente entender el Evangelio. La cruz es un símbolo de muerte, un símbolo que nos recuerda que nuestro Señor y Dios murió y nos redimió de nuestros pecados. Fuimos librados de la ira venidera y seremos glorificados para estar eternamente en la presencia de Dios. Esto, pues, se trata de más que un simple logotipo o de simplemente llevar una cruz sobre nuestro pecho o cuerpo.
En la cruz se dio un evento histórico que es de suma importancia para la humanidad, pues significa salvación para los que creen y condenación para los que no. Es un evento tal que reducir su significado a implicaciones físicas es ignorar y menoscabar lo que dicho evento realmente implico, así que…
EL CONFLICTO DE LA CRUZ NO SE TRATÓ DE DOLOR FÍSICO
He visto hermanos en la fe, con muy buenas intenciones que, al tratar de causar un impacto sobre lo padecido por nuestro Señor, se refieren a las palabras de la oración del Señor en Mateo 26:39 aduciendo al dolor físico que sostendría el Señor. Este dolor es totalmente cierto, repasemos primero: antes de ser crucificado el Señor fue azotado (Mt. 26:67; 27:26; Mr. 14:65; 15:15; Lc. 22:63-65; Jn. 19:1-3). Estos azotes no eran cualquier azote, sino que los oficiales romanos disponían de un látigo con ganchos llamada “Flagrum”, o popularmente “Látigo escorpión”, el cual no solo azotaba y cortaba la piel del sentenciado, sino que sus ganchos se enterraban y al devolver el azote, desgarraban la piel, generalmente la espalda, de quien era azotado. Aparte de eso fue coronado con espinas, las cuales rasgaron su frente, y finalmente, fue clavado en la cruz.
Esta cruz, por sí sola, representaba una gran tortura, era tal la misma que este castigo era reservado para los principales enemigos del imperio. Se trataba de disponer al sentenciado en una cruz de madera, clavado sus manos y pies, de tal manera que quedase suspendido de una forma en la cual la respiración fuese difícil, sino imposible, y para poder respirar, el sentenciado debía impulsarse con sus pies para levantar su cuerpo, así que la muerte en la cruz era una por ahogamiento lento, de ahí que para que sentenciado muriera rápido, se le quebraban los huesos de las piernas para que este no pudiese impulsarse, y entonces muriera por falta de oxígeno. Ahora bien, imaginemos al Señor en ese suplicio, con el agravante de que su espalda estaba destruida, por lo cual cuando él se impulsase para recibir oxígeno, sufría un gran dolor al presionar su espalda lastimada sobre una cruz áspera.
Sin duda esto es algo muy doloroso, y simplemente es algo muy impactante, pero con todo y esto, el conflicto que el Señor no era por el sufrimiento físico, sino por algo más profundo…
EL CONFLICTO DEL SEÑOR
Para entender el significado de la cruz es importante entender el conflicto del Señor, y para entender este conflicto debemos ir más atrás, a Génesis 3. Cuando Dios creó todo, todo lo creó bueno, pero Adán, nuestro representante federal, y por ende, todos en Adán, pecamos ante Dios, trayendo sobre nosotros, y sobre la creación, una maldición. En el caso nuestro, una naturaleza que se inclina al mal. Son muchos los pasajes del Antiguo Testamento, donde se referencia que el hombre, sin excepción, se inclina siempre al mal, es por ello por lo que nadie puede justificarse ante Dios, todos estamos bajo condenación y destituidos de su gloria. Pero Dios es un Dios misericordioso, y desde antes de la fundación del mundo, proveyó en el Hijo un camino de salvación. Efesios 1 nos muestra la realidad del fondo de este evento, conocido teológicamente como “El Pacto Intratrinitario”. En este pacto, en resumen, se establecía que el Hijo sería un nuevo Adán, nuestro nuevo representante, que la segunda persona de la trinidad tomaría forma humana, viviría una vida perfecta en nombre de los suyos, y sufriría la muerte que los suyos debían sufrir, trayendo redención eterna a ellos, y solo a ellos.
Entendiendo lo anterior, podemos ver lo siguiente: Dios es uno en tres personas, ergo, las personas de la trinidad siempre han tenido una condición de profunda intimidad y relación, y en la cruz, Cristo, nuestro Señor, y la segunda persona de la trinidad, tomo sobre sí nuestros pecados, todos, se hizo cargo de ellos. De ahí que el apóstol Pablo indique que se hizo maldición por nosotros (Gál. 3:13) y recibió sobre Él toda la ira divina que debió caer sobre nosotros, su iglesia, en primer lugar. Esto implicó algo. Nada que no sea santo puede estar delante de Dios, y nuestro Señor, por un instante, fue maldito (Gál. 3:13), así que la relación intima del Señor con Dios, se rompió, pues en ese instante Dios estaba castigando al Hijo, quien recibía el castigo que debíamos recibir nosotros. Ese era el verdadero sufrimiento del Señor, su pasión, de ahí sus palabras “¿Por qué me has abandonado?” (Mt. 27:46).
ENTONCES EL SIGNIFICADO DE LA CRUZ ES…
Entendiendo todo lo anterior, podemos vislumbrar con mayor detalle lo que simboliza la cruz. Es un símbolo de misericordia, por cuanto represente, en cierto grado, la misericordia que el Señor, según Romanos 9:15, tuvo con nosotros, y esto desde antes de la fundación del mundo. Es un símbolo de una unión mística, pues en ella nosotros estábamos unidos a Cristo, nuestro pecados fueron pagados. Es un símbolo de muerte y redención, pues la muerte de Cristo representó nuestra muerte (Gál. 2:20), nuevamente, nuestros pecados, pasados, presentes y futuros, fueron pagados en la cruz de Cristo, por ende, ya no hay mas condenación para los que estamos en Él (Rom. 8:1).
IMPLICACIONES
¿Que implica todo lo anterior? Ahora podemos entender lo que significa verdaderamente la cruz, es un símbolo de la ofrenda que nuestro sumo sacerdote ofreció por sus santos, Él se dio enteramente como nuestro sustituto, recibió el castigo que era para nosotros y su vida perfecta nos es imputada, de ahí que el apóstol Pablo pueda hablar de que ya estamos glorificados en Romanos 8:29-30, pues nada de la sangre de Cristo fue derramada en vano. Bendito sea nuestro Señor y Dios por proveer tal salvación.
Entonces, tomar la cruz de Cristo y seguirle, implica es sacrificarnos a nosotros mismos, pero en el sentido de buscar agradar a Dios, aunque esto implique el odio del mundo. La iglesia contemporánea está siempre buscando cómo ser atractiva para el mundo, con el fin de atraerlos a la iglesia, pero siempre que se ha buscado esto, la iglesia termina “mundanalizada”. No, tomar la cruz de Cristo significa proclamar el Evangelio el Señor, la santa Ley de Dios, y caminar los pasos del Señor, aunque esto signifique sufrir la muerte del Señor, al fin y acabo, esto es parte de lo que significa ser cristiano (1 Pe. 2:21)
OSCAR A. ROMERO
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