martes, 10 de agosto de 2021

DOS AÑOS ANTES DEL TERREMOTO

 

“Las palabras de Amós, que fue uno de los pastores de Tecoa, que profetizó acerca de Israel en días de Uzías, rey de Judá y en días de Jeroboam, rey de Israel, dos años antes del terremoto”.                                                                                              (Amós 1:1)

Siempre que va a suceder algo, Dios, que vive un eterno presente y alcanza a ver lo que nosotros llamamos el futuro, nos advierte de una manera sorprendente e inesperada.

Quisiéramos que Él apareciese de un modo espectacular, en medio de truenos y relámpagos, para recién creerle; pero no siempre actúa así. Por lo general lo hace de una manera sobria y personal.

Ante el eventual terremoto que sacudiría a la nación de Israel, nada más sobrio e inesperado que Amós, un pastor de bueyes y recolector de uvas silvestres, al cual Dios escogió como profeta para advertir al pueblo sobre el juicio que vendría.

Amós, como todo pastor, valoraba mucho la paz de su trabajo, había desarrollado la autodisciplina y responsabilidad al no tener quién lo supervise. Pero también tenía una alta destreza para detectar la tensa calma ante el descuido y el acecho de los animales merodeadores.

Su nación, Israel, estaba partida en dos. Habían construido grandes muros para su propia seguridad, pero sus muros espirituales estaban derribados, confiados en una aparente prosperidad y alejados de Dios.

La mala noticia es que no solo vendría un gran terremoto, sino una invasión de un país extranjero que los llevaría en cautiverio.

¿Cómo obtuvo toda esta información Amós, y por qué Dios lo escogió para esta terrible advertencia? La respuesta la da el mismo pastor de bueyes cuando indicó: “En verdad, nada hace el Señor Omnipotente sin antes revelar sus designios a sus siervos los profetas”.

Antes de una terrible calamidad, siempre Dios nos advierte para cambiar el rumbo y volvernos a Él. Por eso llama a personas apasionadas, capaces de vencer sus propias limitaciones, dispuestas a colocar a Dios como prioridad en sus agendas personales.

Es el tiempo de los pastores que no son sacerdotes, de los que han sido llamados a ser responsables de las ovejas, de los que disfrutan de la bendición, pero que saben detectar la tensa calma y el peligro inminente.

Es el tiempo de los que van al secreto del Señor, al dulce aroma de sus atrios, para escuchar de Él mismo sus designios y comprender lo que está haciendo en los tiempos actuales.

Antes del terremoto, antes de la invasión territorial o ideológica, antes del descalabro de los valores, saldrán los enviados en medio de lobos anunciando que el día del Señor está más cerca que nunca.

ORACIÓN: Padre, permítenos ser fieles hasta la muerte, conocer tus designios para estos tiempos y comunicarlos con valentía en medio de una sociedad que ha decidido vivir de espaldas a ti. Amén.

PENSAMIENTO: Antes de un suceso nefasto está la advertencia de Dios. Todos tenemos la oportunidad de arrepentirnos y volvernos sus mensajeros de paz.

JAIME ECHEVARRÍA

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