“Las palabras de Amós, que fue uno de los pastores de Tecoa, que profetizó acerca de Israel en días de Uzías, rey de Judá y en días de Jeroboam, rey de Israel, dos años antes del terremoto”. (Amós 1:1)
Siempre que va a suceder algo, Dios,
que vive un eterno presente y alcanza a ver lo que nosotros llamamos el futuro,
nos advierte de una manera sorprendente e inesperada.
Quisiéramos que Él apareciese de un
modo espectacular, en medio de truenos y relámpagos, para recién creerle; pero
no siempre actúa así. Por lo general lo hace de una manera sobria y personal.
Ante el eventual terremoto que
sacudiría a la nación de Israel, nada más sobrio e inesperado que Amós, un
pastor de bueyes y recolector de uvas silvestres, al cual Dios escogió como
profeta para advertir al pueblo sobre el juicio que vendría.
Amós, como todo pastor, valoraba
mucho la paz de su trabajo, había desarrollado la autodisciplina y responsabilidad
al no tener quién lo supervise. Pero también tenía una alta destreza para
detectar la tensa calma ante el descuido y el acecho de los animales
merodeadores.
Su nación, Israel, estaba partida en
dos. Habían construido grandes muros para su propia seguridad, pero sus muros
espirituales estaban derribados, confiados en una aparente prosperidad y
alejados de Dios.
La mala noticia es que no solo
vendría un gran terremoto, sino una invasión de un país extranjero que los
llevaría en cautiverio.
¿Cómo obtuvo toda esta información
Amós, y por qué Dios lo escogió para esta terrible advertencia? La respuesta la
da el mismo pastor de bueyes cuando indicó: “En verdad, nada hace el Señor
Omnipotente sin antes revelar sus designios a sus siervos los profetas”.
Antes de una terrible calamidad,
siempre Dios nos advierte para cambiar el rumbo y volvernos a Él. Por eso llama
a personas apasionadas, capaces de vencer sus propias limitaciones, dispuestas
a colocar a Dios como prioridad en sus agendas personales.
Es el tiempo de los pastores que no
son sacerdotes, de los que han sido llamados a ser responsables de las ovejas,
de los que disfrutan de la bendición, pero que saben detectar la tensa calma y
el peligro inminente.
Es el tiempo de los que van al
secreto del Señor, al dulce aroma de sus atrios, para escuchar de Él mismo sus
designios y comprender lo que está haciendo en los tiempos actuales.
Antes del terremoto, antes de la
invasión territorial o ideológica, antes del descalabro de los valores, saldrán
los enviados en medio de lobos anunciando que el día del Señor está más cerca
que nunca.
ORACIÓN: Padre, permítenos ser fieles
hasta la muerte, conocer tus designios para estos tiempos y comunicarlos con
valentía en medio de una sociedad que ha decidido vivir de espaldas a ti. Amén.
PENSAMIENTO: Antes de un suceso
nefasto está la advertencia de Dios. Todos tenemos la oportunidad de
arrepentirnos y volvernos sus mensajeros de paz.
JAIME ECHEVARRÍA
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