martes, 24 de agosto de 2021

AMARGURA PERPETUA

“Así ha dicho el Señor: Por tres pecados de Edom, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque persiguió a espada a su hermano, y violó todo afecto natural; y en su furor le ha robado siempre, y perpetuamente ha guardado el rencor”.                            (Amós 1:11)

Cuando hablamos de resentimiento entre hermanos, inmediatamente nos viene a la memoria la honda raíz de amargura entre Jacob y Esaú.

Ambos nacieron el mismo día. Primero nació Esaú, pero tocándole literalmente los talones venía Jacob, para marcar una rivalidad que trascendería sus propias vidas.

Con los años fueron conscientes de que Esaú tenía la primogenitura, mas Jacob la anhelaba celosamente.

Un día venía Esaú hambriento y Jacob preparaba un delicioso guiso rojo. Esaú le pidió de comer y Jacob le ofreció la comida a cambio de su primogenitura.

El intercambio inofensivo desató un odio familiar de años, y a pesar de que en una oportunidad se encontraron, abrazaron y lloraron, no pudieron vencer las profundas consecuencias del rencor que ya se había trasladado a sus generaciones.

Con el tiempo Jacob se volvió el pueblo de Israel, y Esaú creció hasta ser el pueblo de Edom.

La palabra Edom tiene dos significados: Rojo y Peludo. Rojo como el guiso de Jacob y peludo como el cuerpo de Esaú. Recordemos que Jacob fingió ser peludo delante de su padre ciego para arrebatar la primogenitura de Esaú.

Jacob y Esaú, Israel y Edom: Dos niños que compitieron sin desmayar, dos jóvenes que convivieron con el rencor, dos familias que se aislaron por la amargura, dos pueblos que guerrearon perpetuamente.

“Miren bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, les estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15).

ORACIÓN: Padre, permítenos estar atentos al menor indicio de resentimiento en nuestras familias. Que la humildad supere al orgullo, que tu amor cubra todas las faltas. Amén.

PENSAMIENTO: El rencor es un fuego pequeño, y el silencio, el combustible perfecto para desatar un incendio de amargura. No te quedes callado. Actúa.

JAIME ECHEVARRÍA

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