“Así ha dicho el Señor: Por tres pecados de Edom, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque persiguió a espada a su hermano, y violó todo afecto natural; y en su furor le ha robado siempre, y perpetuamente ha guardado el rencor”. (Amós 1:11)
Cuando hablamos de resentimiento
entre hermanos, inmediatamente nos viene a la memoria la honda raíz de amargura
entre Jacob y Esaú.
Ambos nacieron el mismo día. Primero
nació Esaú, pero tocándole literalmente los talones venía Jacob, para marcar
una rivalidad que trascendería sus propias vidas.
Con los años fueron conscientes de
que Esaú tenía la primogenitura, mas Jacob la anhelaba celosamente.
Un día venía Esaú hambriento y Jacob
preparaba un delicioso guiso rojo. Esaú le pidió de comer y Jacob le ofreció la
comida a cambio de su primogenitura.
El intercambio inofensivo desató un
odio familiar de años, y a pesar de que en una oportunidad se encontraron,
abrazaron y lloraron, no pudieron vencer las profundas consecuencias del rencor
que ya se había trasladado a sus generaciones.
Con el tiempo Jacob se volvió el
pueblo de Israel, y Esaú creció hasta ser el pueblo de Edom.
La palabra Edom tiene dos
significados: Rojo y Peludo. Rojo como el guiso de Jacob y peludo como el
cuerpo de Esaú. Recordemos que Jacob fingió ser peludo delante de su padre
ciego para arrebatar la primogenitura de Esaú.
Jacob y Esaú, Israel y Edom: Dos
niños que compitieron sin desmayar, dos jóvenes que convivieron con el rencor,
dos familias que se aislaron por la amargura, dos pueblos que guerrearon
perpetuamente.
“Miren bien, no sea que alguno deje
de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, les
estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15).
ORACIÓN: Padre, permítenos estar
atentos al menor indicio de resentimiento en nuestras familias. Que la humildad
supere al orgullo, que tu amor cubra todas las faltas. Amén.
PENSAMIENTO: El rencor es un fuego
pequeño, y el silencio, el combustible perfecto para desatar un incendio de
amargura. No te quedes callado. Actúa.
JAIME ECHEVARRÍA
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