lunes, 29 de marzo de 2021

UN ACTO DE ADORACIÓN

“Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume”.                                                                                                                        Juan 12:3

María, natural de Betania, es una mujer doblemente conocida. Aquí la vemos derramando un perfume de altísimo valor sobre los pies de Jesús; y no contenta con esto, decide secarlos con sus propios cabellos.

Un tiempo atrás, ya había recibido la visita de Jesús en su propia casa. Ella, a diferencia de su hermana Martha, decidió dejar todos sus quehaceres para sentarse a los pies del Salvador y escuchar sus palabras de vida eterna.

Allí Jesús destacó su actitud y dijo de ella: “Sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”.

Ambas historias, colocadas en su orden cronológico, nos ayudan a entender que María no tuvo un arranque de misticismo emocional al derramar el perfume valioso sobre los pies de Jesús.

Primero le conoció, escuchó sus palabras, abrazó su mensaje haciéndolo suyo, y luego estuvo lista para adorar. Llegado el día, le adoró trayendo su vida y lo más preciado que tenía. Finalmente se humilló, secando los pies del Salvador con sus propios cabellos.

Este es el debido orden para adorar. Cualquier otro atajo será solo burda imitación, metal que resuena, o címbalo que retiñe.

ORACIÓN: Padre, permítenos conocerte cada día más. Que tu Palabra halle morada profunda en nuestras vidas, para así traerte perfume agradable a tus pies en adoración. Amén.

PENSAMIENTO: Primero le conozco, escucho sus palabras, abrazo su mensaje, y luego estoy listo para adorarle.

JAIME ECHEVARRÍA

 

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